Los nadies, los ningunos, los ninguneados.

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Eduardo Galeano escribió en 1940 un poema sobre Los nadies, y se refiere a ellos como «aquéllos que no son aunque sean, que no hablan idiomas, sino dialectos». Podría reescribirse el texto con otros versos similares: que no hacen música, sino musicoterapia, que no hacen arte, sino arteterapia…. Y retomando los versos de Galeano, «que no tienen nombre, sino número».

¿Qué nos hace pensar esto?

Los nadies en la escuela son todos los niños y las niñas que suponen un número, un número asociado a recursos; pero también son los invisibles, los apáticos, los inconformistas, los inseguros, los vergonzosos, los movidos, los rápidos, los lentos. Todos los que se salen de la norma. 

Yo veo dos normas que tal vez coexistan con otras:

  • La norma establecida como promedio y que se basa en el modelo psicopedagógico que nace en la década de los 90, que dicta la normalidad como una curva y que dirime que lo que se desvía de esta curva no es normal. 
  • Y la norma establecida por la sociedad que pone barreras visibles o invisibles que determinan lo que es o no es normal, barreras que excluyen a parte de la sociedad por ser diferentes, por no ser normales. 

Lo que no es normal, es anormal. La relatividad de ambos conceptos no puede determinar que existan los nadies, ni condicionar su futuro. Son conceptos frágiles que están supeditados a la mirada de la sociedad, por lo que cada vez es más necesario repensar la educación para avanzar. 

La primera norma se refiere al modelo psicopedagógico que sigue vigente en la actualidad. Un modelo basado en el déficit, en la etiqueta, en informes psicopedagógicos cuantitativos que solo se hacen a los nadies, a los diferentes, a los que no siguen la norma, a los que se salen de ella, donde se etiqueta y se aportan orientaciones individuales para que consigan «ser normales». El modelo psicopedagógico excluye y etiqueta, permitiendo que se les ningunee de forma continuada. La inclusión es entonces un premio, no un derecho.

La respuesta educativa en este modelo es una respuesta individualizada, centrada en las necesidades educativas, porque el problema está en la persona, en lo que ella no es capaz de hacer. Este modelo no garantiza una educación inclusiva, equitativa y de calidad, al excluir y segregar al alumnado. 

La segunda norma está relacionada con el cambio de mirada, con reconocer y reflexionar sobre las barreras para la presencia, la participación y el aprendizaje de todo el alumnado, para  eliminarlas y transformarlas en facilitadoras, como me comentaba el otro día mi amigo Víctor Rodríguez (@Victorod1).

Esta segunda norma pone el énfasis en el contexto, en las barreras, en los prejuicios, en las actitudes negativas y en la exclusión por parte de la sociedad de determinadas personas que son distintas a ellas. Esta mirada excluyente supone una barrera importante para lograr la inclusión plena de todas las personas en la sociedad. 

Es evidente entonces que este cambio es revolucionario, que exige cambiar estructuras organizativas en los centros educativos y prácticas educativas en las aulas; pero es una necesidad urgente y toda la sociedad debe apoyarlo. 

PROPUESTAS para el cambio y la transformación. 

  • Un liderazgo de la Administración con propuestas, leyes, normativas realmente inclusivas que apuesten por un modelo social no excluyente, donde el adjetivo inclusivo no sea solo eso, un adjetivo. 
  • Aclarar conceptos. Es necesario dar el significado que tiene a la inclusión, qué es y qué significa, qué es y qué supone hablar de ajustes razonables, de educación inclusiva, de integración, de diseño universal para el aprendizaje, de apoyos… Hablar todas las personas el mismo idioma evita agotar discursos. 
  • Hablar de ética de la inclusión nos permite sensibilizarnos con el tema, cambiar la mirada y eliminar barreras. Muy interesante para trabajar en esta línea, la guía REINE «Reflexión Ética sobre la Inclusión en la Escuela» editada en el 2009 por FEAPS. 
  • Equipos directivos inclusivos que lideren el cambio educativo. En una entrada sobre este tema hablaba de que es indiscutible la importancia que el director o directora de un centro tiene en el devenir del mismo. Un tipo de liderazgo u otro condiciona el que las culturas, políticas y prácticas de un centro sean inclusivas o segregadoras. Decálogo del líder educativo inclusivo
  • Equipos directivos y equipos de orientación deben ir de la mano liderando los cambios organizativos, con el objetivo de que la inclusión llegue al corazón de los centros educativos. El papel de la orientación debe cambiar y ayudar a la transformación, los equipos de orientación son palancas de cambio en este proceso transformador, deben cambiar el modelo psicopedagógico anclado en los años 90 y abrirlo al modelo social que se centra en cómo modificar el contexto discapacitante que impide participar y obtener logros a todo el alumnado. Antonio Márquez (@AMarquezOrdonez) explica en su entrada  «WorkShopOrienta: el estallido de los silenciados», los cuatro enfoques necesarios para una evaluación psicopedagógica centrada en el contexto.
  • Trabajar juntos para crear redes. Cuando hablamos de educación inclusiva hablamos de participación real de toda la comunidad educativa. Es necesario crear redes de apoyo en los centros educativos, de forma que nuestros centros se constituyan en una verdadera comunidad de apoyo.
  • En su blog Accesibilidad e Inclusión, José Alfredo Espinosa (@jespin5) reflexiona sobre «La importancia de trabajar juntos«, más allá de la propia comunidad educativa, destacando la necesidad de crear espacios que permitan dar voz y visibilidad a todas las acciones inclusivas. Espacios de conocimiento e inquietudes compartidas, de buenas prácticas e ilusión. 
  • Caminar juntos universidad y centros educativos, con la idea de evidenciar que las metodologías para la inclusión son una realidad, que la forma de enseñar puede ser una barrera salvable y que las prácticas inclusivas permiten que todo el alumnado esté presente participando y obteniendo logros en el aula. 
  • Crear un Observatorio para la Inclusión en los propios centros educativos, donde se pongan en valor las buenas actuaciones que allí se hacen y permiten que sea un centro acogedor y seguro para todo el alumnado, un centro que abre las puertas al entorno y la participación. Un Observatorio formado por miembros de toda la comunidad educativa, que no se centra en lo punitivo, en lo que haces mal, sino que evidencia las buenas prácticas, que las comparte y divulga e incluso crea materiales.
  • Visibilizar las buenas prácticas inclusivas nos hace ver que la educación inclusiva «ES POSIBLE». Rodrigo J. García en Escuelas en Red, visibiliza la innovación educativa sin olvidar nunca la inclusión. El Proyecto Colaborativo «Pedagogía Inclusiva. Escuelas inclusivas» hace resúmenes mensuales sobre inclusión, escuelas inclusivas y pedagogías inclusivas, y cartografía los centros inclusivos; en twitter está como Escuelas Inclusivas (@Escu_Inclusivas) Son algunos de los ejemplos. 

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Vídeo sobre el texto:

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