Querido Antón, tú no me conoces, pero yo a ti sí. Yo soy Coral, amiga de tu madre en las redes.
Desde que leí vuestra despedida en el maravilloso blog que escribe, he sentido deseos de ponerme en contacto contigo para decirte lo que pienso. Tiene tu madre una forma de escribir tan personal que te llega dentro, muy adentro, apuntando al corazón. Con sus escritos te transporta por ese mundo de sentimientos que ella vive, de tal forma que con la lectura del texto sentí liberación, pero también decepción, rabia e indignación. Yo también escribo, ¿sabes? Y le pedí permiso a tu madre para que ese texto, el texto de vuestra despedida, apareciese en un libro que acabo de terminar, un libro que pretende ayudar a repensar una escuela extraordinaria, pero creo que lo que necesitamos verdaderamente es una sociedad extraordinaria.
Me pregunto Antón, si ésta es la sociedad que deseamos; quizá no, pero sin duda es la que construimos, la que estamos creando y permitiendo, y eso me entristece enormemente. La soledad que has vivido es cruel, pero la indiferencia colectiva por parte de algunas personas de la comunidad educativa, de la sociedad en general, es una maldad. Roger Slee, una de las voces más reconocidas en la educación inclusiva en la actualidad, dice que cuando permitimos la exclusión por consentimiento o apatía, permitimos que existan personas en los márgenes de la vida cívica, de forma que la exclusión se mantiene, se crea y se impone con estas decisiones personales.
¡Cuánta verdad! Yo creo, Antón, que la mirada tiene que estar puesta en identificar las culturas de segregación y exclusión, pero sobre todo en reflexionar sobre ellas. He conocido personas que normalizan tanto las injusticias que no las ven, y tú en tu corta edad, ya has sido testigo de ello. Pero mejor que yo lo escribe tu madre cuando pone voz a tus sentimientos.
Y un día del curso pasado, Antón no pudo más. Y el caso es que no pudo más, no por culpa de los deberes, los trabajos, las lecturas obligatorias, los exámenes o la carga lectiva. No pudo más por tanta soledad. Porque llevaba cuatro años completamente solo. Uno detrás de otro. En cada recreo, en cada clase, en cada pasillo. Solo. Invisible. Siempre.
Carmen Saavedra, autora del blog Cappaces.
A esta exclusión consentida me refería, Antón, al sufrimiento que la acompaña; pero también a las vidas rotas, al desmoronamiento de sueños, a la resignación. Ahora te sigo también a ti en las redes y me enamora tu forma de pensar, de sentir, de ser. Y recuerdo entonces el libro de mi amiga Anna Forés sobre resiliencia generativa, porque tú eres un ejemplo de ello. Un ejemplo de supervivencia, de reconstrucción, de generar vida, de vivir a pesar de la adversidad. En su libro Los patitos feos y los cisnes negros, Anna nos dice que “la resiliencia más bien significa saltar hacia delante, crecer hacia algo nuevo”. Este es el salto que tú has dado, querido Antón, eres muy valiente. Te deseo todo lo mejor en esta nueva etapa, porque te lo mereces y deseo poder acompañarte, aunque sea virtualmente en este camino, en esos saltos. Aquí estoy para lo que necesites. Yo también soy soñadora de sueños posibles.
PD. Voy a poner voz a mi escrito para que puedas conocerme un poquito más, puedes escucharla Ver en Vocaroo >>
Blog Cappaces escrito por Carmen Saavedra, madre de Antón: https://cappaces.com/
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