Cuestionando la normalidad.

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La educación inclusiva no es un regalo, no es un premio, es un DERECHO y así se establece desde que en el año 2006 se aprobó la Convención de los Derechos de las personas con discapacidad. Han pasado 13 años y seguimos transitando en el interregno, caminamos entre la integración y la inclusión con tal despropósito que normalizamos injusticias sin verlas, de forma que

Vemos como normal que la respuesta educativa a los nadies, a los ningunos, a los ninguneados sea segregadora (apoyos fuera del aula, desdobles de grupos homogéneos, clases especiales en los centros educativos…).

Vemos como normal que la respuesta educativa habitual sea homogeneizadora, dejando talentos sin desarrollar por dirigir las enseñanzas al estudiante promedio que deja en los márgenes a los nadies.

Vemos como normal que la escuela se centre únicamente en los aspectos cognitivos, dejando de lado los aspectos emocionales y mucho sufrimiento en las aulas.

Vemos como normal que la atención a la diversidad sea una atención solo para los que se salen de la norma.

Vemos como normal que la representación que tenemos de los nadies sea únicamente cognitiva, viéndolos como diferentes y evitando verlos desde una representación ética que los visibiliza como «otros en tanto otros».

Vemos como normal nombrarlos con el nombre de la etiqueta que representa el déficit y la discapacidad, con un nombre que nombra lo que no son, con un nombre que no los nombra, con un nombre que los anula como persona.

Vemos como normal que la injusticia y la opresión sean lo cotidiano, que el sufrimiento sea lo habitual.

Vemos como normal nombrarlos con el nombre de la etiqueta que visibiliza el déficit y la discapacidad, con un nombre que nombra lo que no son, con un nombre que no los nombra, con un nombre que los anula como persona

Y yo digo BASTA. Tenemos en las aulas niños y niñas que no pueden esperar otros trece años para lograr sus derechos.

  • Es hora de pasar a la acción con compromisos personales desde la responsabilidad ética a la persona del otro, porque como decía mi querido Galeano, «mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo».
  • Es hora de cuestionarnos la normalidad de las paradojas que nos llevan a hablar de variabilidad y homogeneización, de calidad y homogeneización, de educación para todos y atención a la diversidad…
  • Es hora de repensar la educación desde una mirada ética. Una mirada que nos lleva a hablar del «otro en tanto otro», que lo dignifica, lo nombra.
  • Es hora de escuchar las voces de los otros, es hipócrita hablar del otro sin el otro, un otro que  hemos anulado al primar el promedio.

 

ES HORA DE PASAR A LA ACCIÓN, ¿TE UNES? 

 

 

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