El debate actual no es concretar y definir qué es la educación inclusiva, sino cómo hacerla realidad, cómo llevarla a nuestras aulas, cómo dar una respuesta educativa de calidad a todo el alumnado en el aula.
La verdadera revolución está en cómo conseguir transformar las prácticas educativas.
No es la primera vez que utilizo la metáfora del árbol para explicarlo, pero en esta ocasión solo me centraré en las prácticas, en el día a día en el aula, en qué debo hacer para que mi aula sea un aula inclusiva, en qué hoja de ruta debo seguir para dar una respuesta inclusiva, equitativa y de calidad a todo el alumnado.
Se trata, por lo tanto, de innovar para incluir, de cambiar nuestra mirada, de contar con todos y cada uno de los niños y niñas que tengo en el aula para lograr sacar siempre lo mejor de ellos, de hacerles brillar, de verles felices en el aula y sobre todo, de crear entornos seguros y acogedores donde quieran aprender.
En las raíces, en la base de nuestras prácticas siempre está el Diseño Universal de Aprendizaje, con el fin de que en el propio diseño de la programación tengamos en cuenta a todo el alumnado, con el fin de evitar adaptaciones posteriores. La programación, igual que las raíces, permiten un anclaje firme. No se ven, pero son el sustento y la base de todas nuestras actuaciones.
Primera reflexión. Cuando preparo las clases que voy a impartir, cuando programo, ¿lo hago teniendo en cuenta a todo el alumnado? ¿Sigo la programación de los libros de texto que las distintas editoriales me ofrecen, programaciones descontextualizadas con mi realidad que me obligan a hacer adaptaciones curriculares posteriores? ¿Programaciones tipo que no tienen en cuenta el Diseño Universal de Aprendizaje? ¿Que no conocen mi contexto, mi realidad, mi aula? ¿O por el contrario tengo en cuenta desde el primer momento toda la diversidad del aula y hago mis propias programaciones? ¿Enriquezco diariamente mi programación? ¿Tengo en cuenta que hay distintas formas de aprender y por lo tanto distintas formas de enseñar?
En la programación del aula debo preparar no solo actividades obligatorias; así pues, en la misma programación debo tener en cuenta a todo el alumnado y planificar ya actividades voluntarias que puedan realizar mis alumnos y alumnas, actividades que varíen las exigencias y les hagan profundizar, saber más, expresarse en múltiples medios… ¿Lo hago realmente?
¿Creo un clima de apoyo y aceptación en el aula ofreciendo opciones que reduzcan la incertidumbre? ¿Cómo implico a todo el alumnado en las actividades?
El tronco es un elemento imprescindible en el árbol, pues es el que soporta las ramas. En nuestra metáfora, el tronco es el aprendizaje activo que supone básicamente un cambio en el rol del profesorado y del alumnado. Un aprendizaje con metodologías activas: aprendizaje basado en proyectos, en retos, en problemas, en tareas o en aprendizaje por descubrimiento, que permitan al alumnado crear y producir contenidos, no solo consumirlo.
Y, como no podía ser de otra forma, de la mano de un trabajo en equipo, donde la colaboración sea una realidad y por supuesto de un cambio en la evaluación; es decir, llevando a cabo una evaluación auténtica que forme parte del propio proceso de aprendizaje y de la que ya he hablado en otras entradas.
Segunda reflexión. ¿Qué rol tiene mi alumnado en el aula? ¿Permito y fomento el trabajo en equipo? ¿Busco actividades para que todo el alumnado brille en el aula? ¿Pongo en valor el trabajo de todos y cada uno de ellos?
¿La evaluación es un proceso unidireccional o permito la participación del alumnado en la misma? ¿Diferencio evaluación de calificación? ¿Cómo trabajo la metacognición? ¿Y las funciones ejecutivas, las tengo en cuenta?
¿Y en las ramas? En las ramas está el enriquecimiento para todo el alumnado.
En las ramas encontramos modelos pedagógicos, como flipped classroom, o tendencias educativas, como la gamificación, la realidad aumentada, el uso del móvil, de las tecnologías de la información y de la comunicación en el aprendizaje, o todos los procesos cognitivos relacionados con la importancia de enseñar y aprender a pensar en las escuelas, el aprendizaje basado en el pensamiento, el pensamiento computacional, el pensamiento visual, el pensamiento de diseño…
Tercera reflexión. ¿Creo situaciones de aprendizaje ricas y variadas para todo el alumnado o me baso en situaciones memorísticas que recuperan la información que previamente hemos almacenado? ¿Utilizo habitualmente el enriquecimiento en el aula? ¿Este enriquecimiento es para todo el alumnado?
La #RevoluciónInclusiva en las aulas pasa por un cambio de rol. El profesorado será ahora el facilitador del aprendizaje y el alumnado asume un papel activo que crea y produce.
Vídeo de la metáfora del árbol en las prácticas inclusivas.
Coral! Vamos a emplear tu metáfora del árbol para hacer una reflexión que pretende ser personal y colectiva a la vez. Ya te contaremos los resultados… qué bonita y fuerte esta imagen del árbol para repensar cosas.
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