Si soy una persona enamorada de la educación, si soy una persona activista de la educación inclusiva y considero además que cuando implementamos prácticas inclusivas en la educación estamos innovando ¿puedo considerarme también una persona innovadora?
Comencemos por la definición.
¿Qué es innovación? La RAE define Innovar como Mudar o alterar algo, introduciendo novedades. Aunque las novedades para un centro pueden no serlo para otro, sí que es cierto que para innovar hay que dejar de hacer siempre lo mismo, hay que cambiar y transformar, y partir de una reflexión previa.
Pero voy a buscar una definición más personal, más relacionada con la educación inclusiva que defiendo y que recoja en tres ideas fundamentales qué entiendo por innovación educativa.
Innovar es cambiar, pero es cambiar con evidencias. Será por lo tanto un cambio basado en el conocimiento, un cambio con fundamento teórico, con raíces en la educación inclusiva (metáfora del árbol), pero sobre todo un cambio que sea capaz de transformar personas, de aportar valores humanos desde la perspectiva humanista de la educación que defiendo.
Ahora que ya tenemos más o menos claro que si queremos hablar de innovación educativa tenemos que hablar de un cambio basado en el conocimiento que aporte valor a lo que ya hacemos, ahora que ya tenemos claro que nuestro marco conceptual es la educación inclusiva con todo el alumnado presente en las aulas participando y progresando con todo lo que allí se hace, ahora que ya tenemos claro que queremos innovar….
Sigamos por la transformación.
Ya he comentado que primero tenemos que desear el cambio, tenemos que imaginarlo y soñarlo, que además debemos conocer nuestra realidad para saber por dónde empezar a construir y a dónde queremos llegar, pero sobre todo, que tenemos que tener voluntad de actuar.
Ahora que ya lo tenemos claro, sigamos estos tres sencillos pasos:
1. Desear el cambio.
Este primer paso es fundamental, si no deseamos el cambio difícilmente vamos a transformar, a innovar.
Si queremos que la escuela sea el centro del aprendizaje, que todo el mundo participe en el mismo, que sea además el corazón del barrio, de la sociedad, debemos pensar en cambios inclusivos que abarquen a toda la comunidad educativa dando voz, voto y participación a todos y cada uno de sus miembros.
Es importante por lo tanto encontrar momentos, espacios y tiempos para la reflexión. Espacios, momentos y tiempos que nos ayuden a redefinir objetivos claros hacia los que debemos caminar y esa será nuestra innovación. Partiremos de lo que ya hacemos para hacer cosas mejores con las que conseguir estos nuevos objetivos.
Y esta reflexión será conjunta, porque si queremos crear centros inclusivos, centros acogedores y seguros, debemos reconocernos todos como miembros de este proceso de transformación.
2. Voluntad de actuar.
Ya tenemos claros los objetivos que queremos conseguir, es hora de trabajar en equipo, de trabajar como un solo cerebro. Me refiero al trabajo colaborativo, al liderazgo compartido, a equipos docentes autoorganizados, a la participación del alumnado, de la comunidad educativa, me refiero a construir entre todos culturas y políticas inclusivas.
3. Construir, crear.
Es el momento de la acción, de comenzar a implementar toda la innovación educativa que hemos acordado. Transformación en:
- Las prácticas en el aula con actuaciones más inclusivas: metodologías activas, aprendizaje cooperativo y/o colaborativo, cultura de la evaluación, enriquecimiento para todo el alumnado…
- En el rol profesorado/alumnado, otorgando un papel más activo al alumnado pasando a ser protagonista de su propio aprendizaje.
- Las culturas del centro, creando no sólo ciudadanos del siglo XXI, sino ciudadanos mejores. Hablo de una alfabetización ética fundamentalmente.
- Las políticas del centro, reorganizando los apoyos, no condicionándolos sólo al número de acnnee que hay en el mismo, sino como señala Antonio Márquez en su blog, redefiniendo el papel del profesorado de Pedagogía Terapéutica.
- Los espacios, conquistando no sólo el espacio, sino también el tiempo con flexibilidad horaria y sesiones de 90 minutos, con un uso pedagógico de los recreos, con colegios ECOeducativos o ECOsociales donde se empodera al alumnado para resolver problemas sociales…
Y ahora, ¿tú también crees que la innovación y la inclusión van de la mano?